viernes, 27 de octubre de 2017

Hayedo de Tejera Negra (17 KMS.)

Aprovechando las alturas de año en que estamos Maki me ha comentado su interés por visitar el Hayedo, yo suelo venir cada 3 o 4 años y también me seduce la idea. Naturalmente al visitar la web para reservar aparcamiento para hacer la ruta corta veo que en octubre y noviembre esta todo reservado. La siguiente opción es dejar el coche en el aparcamiento del centro de interpretación y hacer la ruta más larga, la senda del robledal. La última vez que visité el hayedo en solitario hice esta misma ruta pero en su versión ampliada, es decir, al empalmar con la senda de carretas, tomé a la izquierda hasta subir a la Pradera de Matarredonda y desde aquí seguí la senda de carretas en sentido inverso hasta bajar al río Lillas, al llegar al aparcamiento el camino será el mismo. Esta versión larga supone unos 3 kms. más.
Las rutas que comprende el parque son 3, una para bicicletas de color rojo, la que seguiremos de color verde y la corta a pie de color blanco, la verdad es que discurriremos por las 3 coincidiendo la verde con la roja en algún tramo y con la blanca en otros.
Un descuido por mi parte hace que no comience la grabación del track en el GPS, por tanto no puedo ofreceros en esta ocasión el recorrido, os remito a los folletos que encontrareis en el centro de interpretación o bien en la web del parque, no obstante si seguís la balización no tendréis ningún problema.
Llegamos al parque de buena mañana, en el parking tan solo esta un coche del personal que hace las labores de control de entrada al parque.


Preguntamos al personal sobre la coloración del hayedo y nos indica que en las partes altas las hayas han tomado color rojizo pero no así en las partes mas bajas, no obstante nos promete color, achaca esto a la sequía reinante. Esta afirmación no me tranquiliza mucho porque no voy a encontrarlo como yo quisiera, también es cierto que en las varias visitas que he realizado no lo he visto como cuando fuí la primera vez en el 2008.
Emprendemos la marcha, a la izquierda de la pista vemos unos postes señalizadores con un indicativo verde, nos van a acompañar todo el camino, mejor seguirlos fuera de la pista para evitar circular con coches.


Llegamos a un punto donde encontramos una valla y en la pista un paso canadiense, tenemos que pasar por la pista y, nada más hacerlo, encontramos un cartel indicando que debemos abandonar la pista y seguir los postes señalizadores con color verde.


Seguimos descendiendo por la ladera, junto a la pista hay una taina en ruinas.


Nos dirigimos al río y al otro lado vemos otra taina, se distingue alguna edificación en uso pero casi toda esta en ruinas.


Y para cruzar el río hay un puente de pizarra propio de la arquitectura negra.


Maki aprovecha para hacerse una foto sobre el puente.


El paso se hace por grandes bloques de pizarra.


Una vez cruzado, por la parte inferior tenemos esta vista con sus dos ojos, desde la parte superior unos enebros nos impidían la visión del 2º ojo.


Comenzamos un primer repecho corto siguiendo los postes que hay en la pradera.


Vamos llegando al robledal, los robles van tomando la tonalidad ocre típica del otoño.


Ganando altura vemos una edificación junto al río.


Non adentramos en el robledal por una senda estrecha.


Tras una corta subida llegamos a una pista que cruzaremos para proseguir nuestro camino. Al otro lado de la pista tenemos un poste señalizador.


La sierra del Ocejón muestra tonos rojizos de las hayas que ya han tirado la hoja.


Seguimos camino pasando por varios collados.


Las laderas de la Buitrera también muestran tonos rojizos.


3 senderistas que nos pasaron hace un rato ya nos han tomado un poco de delantera, no tenemos prisa.


Volvemos a subir y vemos unas vacas que se dirigen al camino que hemos traido.


Seguimos subiendo a través del robledal.


Y arriba vemos las vacas que nos cruzamos y otro grupo de senderistas que se disponen a iniciar la subida.


Llegamos al paraje de la Torrecilla, Maki aprovecha, además de para hacerse la foto de rigor, para tomar el bocadillo.


A medida que nos acercamos nos llama más la atención los tonos rojizos.


Después de un descanso proseguimos la marcha.


Vamos llegando a una zona donde los pinos desplazan a los robles.


Los contrastes de color son impresionantes aunque, de momento, solo encontramos pinos y robles.


Al llegar a esta pista nos incorporamos a ella, aquí coinciden los colores verde y rojo de ruta, es decir, coincidimos con senda para ciclistas aunque no hemos encontrado ninguno por el camino.


Al principio encontramos una pequeña bajada, al llegar abajo comenzará una subida hasta el collado del Hornillo que alguno puede calificar como de esfuerzo moderado. Ajustar la velocidad de marcha y realizar alguna parada pueden hacer más llevadera la subida.


Aquí los robles salpican las orillas del camino dando estos contrastes de color.


Este tiene tonalidades verdes, amarillas y ocres.


Algunos ya tienen todas sus hojas teñidas de amarillo.


No me canso de mirar hacia la Buitrera.


Y aquí una vista del hayedo, aunque desde este lugar no se ve muy bien el contraste.


Comenzamos a ver las primeras hayas cercanas destacando su colorido sobre pinos y robles.


Y encontramos la primera sobre el camino, sus tonalidades destacan sobre el resto de la vegetación.



 Una chicharra alicorta sobre una mata de haya.


La misma mata luciendo tonos verdes, amarillos y ocres.


La pendiente se suaviza, estamos llegando al collado del Hornillo.


Pero antes de llegar tomamos esta foto, es un árbol de hoja caduca pero no una haya.


Llegado al collado paramos para tomar un respiro y ver las hayas que están en la ladera de la loma del Calamorro.


Otro descanso y foto de familia.


Volvemos a la marcha y tomamos la senda que nos lleva a la senda de Carretas, aquí encontramos más hayas plenas de coloración.


Y en la misma podemos ver la pista por la hemos discurrido al fondo a la izquierda y los contrastes de la ladera.


Y llegamos a la senda de Carretas, tomamos a la derecha para acortar el recorrido, aquí predominan las hayas que nos ofrecen estas imágenes.












Abandonamos el bosque de hayas y llegamos a una zona sin vegetación, como novedad desde mi última visita la instalación de unas colmenas antiguas, pero tranquilos, no tienen abejas.


Desde aquí también tenemos bonitas vistas de las laderas.




Después de una ligera bajada llegamos al aparcamiento y tras beber un poco en una fuente junto al mismo emprendemos la marcha siguiendo el cauce del río; encontramos, a unas decenas de metros, unos bloques de piedra para cruzar al otro lado, casi todo el trayecto discurre por este lado, hay veces que el camino se pierde pero la pradera junto al río permite un tránsito muy cómodo, parece que andamos sobre una alfombra. Vamos andando por una orilla y vemos que al otro lado hay un poste indicador, el cruce del río se hace cómodamente, siempre hay zonas donde se puede pasar pisando las piedras del río porque hay zonas que apenas tienen profundidad. El paisaje junto al río también tiene su encanto, hay algunas hayas que, junto con la vegetación de ribera, también nos ofrecen un cóctel de colores.













Y llegamos a la taina grande, en ruinas, quedan pocos kilómetro para el fín. El puente por el que la pista de acceso al hayedo cruza el río está cerca.


Aquí vemos como la pista está casi a nuestro nivel, indicador de que queda poco para el puente.


Y no podían faltar los buitres.


Una última toma del río, a modo de despedida.


Llegamos al puente y aquí tenemos que compartir camino con los coches que discurren por la pista y que van o vienen del hayedo así que hay que caminar con precaución, un último esfuerzo para subir esta última rampa y estaremos en el aparcamiento del centro de interpretación, desde el puente al mismo 1,7 kms.. Y camino a Cantalojas a reponer fuerzas antes de volver a la capi.